Preparar a nuestro alumnado para un mundo que ya no existe. Paquí Olías

 Falsas dicotomías

Contenidos & Competencias o Conocimientos disciplinares & Acción

 

Tenemos un sistema educativo preparando para un mundo que ya no existe y no haciéndolo para el mundo que vemos emerger”. Esta categórica frase la pronunció hace pocos días (18-06-2021) en una entrevista en un periódico nacional el director de Educación de la OCDE y Coordinador del informe PISA, Andreas Schleicher.

También últimamente leemos artículos de colectivos de profesionales de algunas disciplinas que plantean “que se va a producir una disminución de contenidos, una disminución de la memorización, así como la necesidad de ampliar los contenidos de determinadas disciplinas por entenderlas fundamentales. A nuestro entender se está introduciendo una dicotomía falsa entre Contenidos y Competencias o entre Conocimientos disciplinares y Acción. Precisaremos porqué.

 No es posible ser competente sin disponer de contenidos para serlo (no sabría conducir sin unos conocimientos teóricos para ellos y una movilización y aplicación de los mismos en el momento de la conducción). Por lo tanto, no se podría ser competente sin esos contenidos para poder “ejercitarlos”, pero, sin embargo, y se nos muestran muchos casos de ello, sí conocemos personas con muchos conocimientos disciplinares, pero escasamente competentes en su uso, se pueden “sacar muchos sobresalientes en la universidad y suspender en la vida”.

La UNESCO ha designado el 15 de julio como el Día Mundial de las competencias en la juventud como medida para insistir en la necesidad de promoverlas en las generaciones presentes y futura de cara a obtener su mayor éxito personal, social y profesional. Las reformas de los sistemas educativos emprendidas, como en España, en muchos países van a esa dirección. No se trata de que se reproduzcan saberes adquiridos sino de saber aplicarlos a situaciones nuevas, de generar motivación por aprender y “desaprender” lo que las evidencias señalen como caducos. De proporcionar competencias para responder a situaciones complejas no de una manera mecánica sino con capacidad de reflexión, de iniciativa y de transferencia.

 

Es necesario abordar el aprendizaje por competencias desde un enfoque superador de esa falsa dicotomía que opone acción/conocimientos disciplinares. Perrenoud; 2001 ya definía competencias como “la capacidad de actuar de manera eficaz en un tipo definido de situación que se apoya en conocimientos pero que no se reduce a ello, sino que puede ser aplicado eficazmente en situaciones similares”. Por otra parte, para John Dewey “La escuela no prepara para la vida, es la vida misma”. Por eso es necesario alejarnos de esa mirada dicotómica y falsa, que nos quiere posicionar y enfrentar con dos concepciones que van íntimamente e indisolublemente unidas: contenidos y competencias.

Necesitamos cambiar de paradigma educativo, del paradigma de enseñar y evaluar contenidos al de planificar, aprender y evaluar por competencias. Esto nos exigirá grandes dosis de “valentía”, enfrentarnos a nuestras rutinas históricas muy arraigadas y desde las que se nos ha formado en la profesión, requerirá de una colaboración estrecha entre el profesorado, de desprivatizar y analizar nuestras prácticas docentes individuales y de centro, de mezclar disciplinas para adquirir conocimientos globales, de plantear situaciones problemática, retos, proyectos, tareas complejas que inciten a nuestro alumnado a movilizar sus conocimientos y habilidades poniéndolos en acción.


Todo ello nos ayudaría a construir teoría educativa a partir de nuestras prácticas docentes, alejándonos de esta otra falsa dicotomía entre Teoría y Práctica educativa, como si la Teoría estuviera en un nivel superior y por lo tanto alejada de la Práctica realidad del aula.  Como si fueran dos momentos diferentes y realizado por personas diferentes: unos que saben, otros que hacen. En realidad, sabemos que no hay mejor teoría que una buena práctica y que no hay mejor práctica que una buena teoría.  Porque ya lo dijo Dewey “no se aprende de la experiencia, se aprende de lo que reflexionamos sobre ella”.

Nuestra profesión se enfrenta a una encrucijada y tenemos la capacidad y el deber ético de poder afrontarla satisfactoriamente. La EDUCACIÓN con mayúsculas se lo merece.

  

Paqui Olías

Convives  

 

 

 

 

 

 

 


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