El rechazo a las guerras y la defensa de la paz han estado siempre presentes en el ideario y quehacer feminista y forman parte de su internacionalismo, de lo que hoy se llama el ‘grito global’. El título de este artículo corresponde al lema que acompaña la acción feminista contra las guerras, que ha sido siempre, incondicionalmente, solidaria con las mujeres palestinas, afganas, sirias, iraquíes, colombianas, kurdas, saharauis y tantas otras que podría seguir enumerando. Hoy, al escuchar con dolor los testimonios de la población ucraniana y ver las imágenes de la destrucción que la invasión rusa está produciendo, el corazón está con las mujeres ucranianas, las que resisten en las ciudades y las miles que han tenido que huir con sus hijas e hijos, convirtiéndose en refugiadas. Y también está con las pacifistas rusas que crean redes de resistencia contra la guerra enfrentándose a la represión del régimen de Putin. En vísperas de las manifestaciones del 8 de marzo asistimos a polémicas en
Asociación de personas comprometidas con la convivencia positiva, la coeducación y los DDHH.