El currículo escolar una relación de “amor y odio”

            La pandemia nos ha puesto delante de nuestros ojos la fragilidad de la vida, de las personas que amamos, el darnos cuenta de lo verdaderamente importante, de lo esencial. ¿Y si aplicáramos estos saberes adquiridos también a la educación? ¿Y si distinguiéramos lo fundamental de lo accesorio, lo útil de lo menos útil, por no calificarlo de inútil a veces? ¿Y si nos quedáramos con lo básico y realmente imprescindible?, ¿Con lo nuclear para desenvolvernos eficientemente en el mundo?, ¿Con lo que necesitaremos haber adquirido al terminar nuestra escolaridad y que nos capacita para continuar adquiriéndolo a lo largo de toda la vida?

            Demasiados profesionales mantenemos con el currículo una relación de “amor y odio”, lo criticamos, nos parece absurdo, extensísimo, inabarcable, poco intenso y muchas veces con contenidos repetidos y yuxtapuestos. Pero al mismo tiempo este mismo currículo nos da seguridad, nos dice qué hay que dar, lo relevante a impartir. Y si además tenemos un libro de texto que nos lo distribuye, nos marca las tareas, nos lo calendariza y nos lo organiza, mejor que mejor.

            Desde hace décadas muchas voces vienen manteniendo que nuestro currículo es muy largo, demasiado largo y muy poco profundo, que propicia la memorización y no tanto la reflexión, con muchos contenidos repetitivos, prescindibles, olvidables.

            ¡¡No es el tiempo, el nuestro y el de nuestro alumnado, demasiado escaso y precioso como para perderlo inútilmente!! Seguramente pensamos que sí.

            Estas voces reiteradas y que en muchas ocasiones han “predicado en el desierto” ya no pueden ser consideradas como caprichosas, ni de teóricos o teóricas de turno, ni de despachos ajenos a la “educación” práctica, ni de medidas arbitrarias de gobiernos de turno, sino fruto de una necesidad y un clamor internacional derivado de la inmensidad de los cambios que se van produciendo en el mundo.

            Como dice Cesar CollSería un suicidio para presentes y futuras generaciones no abordar el necesario cambio, porque su educación constituirá su mejor equipaje para afrontar con éxito la incertidumbre del mundo actual”.

            Necesitamos personas con competencias múltiples, personales e interpersonales, aptas para trabajar en equipo, abiertas, críticas, adaptables y capaces de continuar aprendiendo a lo largo de toda su vida.

            Es imprescindible y urgente abordar y compartir las reflexiones más relevantes que nos impele en nuestra profesión:

 

¿Qué personas necesitamos?

¿Qué tipo de sociedad queremos construir?

¿Qué educación ofrecemos para acercarnos a ella?

 


      ¿Qué tipo de personas queremos formar desde la educación?

      ¿Qué necesitan aprender en este cambiante contexto?

      ¿Cómo introducir el enfoque competencial en los elementos curriculares de las áreas y materias?

      ¿Cómo vincularlas con las Competencias Claves y con los Desafíos y los Saberes que nuestro alumnado debe adquirir?

            Los acuerdos sobre estas reflexiones globales nos permitirán abordar su funcionalidad en nuestra práctica docente cotidiana:

¿Cómo aplicarlo en los contenidos de las áreas/ámbitos? ¿Cómo hacerlo posible a través de las transformaciones en la organización del centro? ¿Cómo conseguir la participación e implicación efectiva de la comunidad en su desarrollo? ¿Qué implicaciones se derivan para la formación del profesorado? ¿Cómo abordar la implicación de la Comunidad?


      ¿Cómo medir la capacidad de ejecución desde el saber hacer, saber aplicar, saber ser en todas las áreas, materias o ámbitos?

      ¿Qué implicaciones tiene este enfoque competencial en la organización del centro y del aula, en la metodología y en la formación del profesorado?

       ¿Qué autonomía queremos en el centro y cómo ejercerla?

Tenemos la seguridad de que compartimos vuestras preocupaciones y anhelos de lograr que todo el alumnado disfrute de las mejores oportunidades que una buena educación les pueda brindar. Tenemos la capacidad de construir nuestro currículo, su organización y metodología. Que no nos lo dicte ningún libro de texto.

Creámonoslo.

Si es así, ya estamos en el camino de poder lograrlo.

 

Paqui Olías Ferrera 

 

 

 

 

Convives. Abril 2021

 

 

  


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