Reflexiones de un profesorado comprometido ante el nuevo escenario educativo (III)

 

Las escuelas no pueden funcionar como burbujas, sino como talleres de vida, de democracia, de igualdad, de compromiso, de intervención comunitaria”                                                                              

Marina Garcés

La filósofa y escritora nos propone convertirnos en eternos aprendices no solo en el ambiente escolar sino en todo el espacio vital. Desde esta óptica compartimos nuestras reflexiones sobre la necesidad de convertir todos los espacios de nuestros centros en espacios educativos y educadores proyectando un modelo de ciudadanía comprometida, igualitaria y cuidadosa con el
medio y las personas. 



Los Centros como espacios educativos y educadores 

 

Consideramos una responsabilidad social ineludible, asumir desde la educación obligatoria la tarea de educar para una ciudadanía sana física y mentalmente, personalmente responsable y socialmente comprometida.



Desde este punto de vista la competencia personal, social y de aprender a aprender ha de ser trabajada y evaluada desde todas y cada una de las áreas, y ámbitos, desde las actividades, proyectos y propuestas de nuestros centros educativos y desde todas las personas que participamos en el acto educativo del centro.



Hablamos del cuidado de los detalles y el trato cotidiano, desde el cuidado físico del centro, del aula, del barrio o del planeta, al cuidado exquisito de las personas que interactuamos en él. Un chico o una chica desde que entran a nuestras escuelas, hasta que salen de la escolaridad obligatoria ha de tener la oportunidad de aprender a convivir en igualdad, de vivir situaciones de buen trato, de diálogo, de escucha, de equidad, de gestión pacifica de los conflictos, desde la empatía y la asertividad, entrenándose en la gestión de la incertidumbre, de posibles éxitos o frustraciones, con naturalidad, consiguiendo desarrollar su resiliencia.



Para conseguirlo necesitamos contrarrestar posibles influencias des-educadoras, a veces ir contracorriente de prácticas normalizadas pero dañinas y desarrollar prácticas restaurativas, aprender y enseñarles a anticipar determinados riesgos y a promover actitudes pro sociales, igualitarias, equitativas e inclusivas.

De forma firme, entendemos que deben trabajarse y cumplirse, sin fisuras, las pautas establecidas, las normas comunes (pocas, claras, cumplibles y adaptadas a cada contexto) las que nos permitan adaptarnos a cada circunstancia. La capacitación para la adaptabilidad, siempre desde el respeto y la cooperación con las demás personas, ha de entrenarse sistemática y constantemente en la escuela para que nuestro alumnado las asimile y pueda transferirlas a su vida, a lo largo de la propia trayectoria vital. Tenemos que abordar las situaciones de conflicto como oportunidades de mejora de forma constante, adaptando nuestra docencia a las circunstancias personales y al contexto de forma dinámica y firme.



Los Decretos de Convivencia de nuestros centros han de cambiar de paradigma para pasar de una convivencia Reactiva (con mirada en el castigo, en la sanción) a una convivencia Proactiva (con mirada educadora al futuro, con enfoque restaurativo),

Los Decretos de Convivencia y los ROF han de legitimar las actuaciones proactivas para desarrollar alternativas educativas a las sanciones, así como dotarnos de las organizaciones y estructuras precisas para sostener sistemas de alumnado mediador, alumnado ayudante, ciberayudantes, cotutorización, mentorazgo, etc.

En definitiva, conseguir que nuestros centros sean una Comunidad Educadora.

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