EL PODER DE LA PALABRA
El Poder de la Palabra
Dar y quitar la palabra, tergiversar las palabras, tomar la palabra, retirar la palabra...
Es obvio el poder que tienen las palabras, es obvio que tener representación propia, reconocimiento a la propia existencia, de la propia historia, es un asunto personal y de justicia social.
Cuando se dificulta este derecho, o se impide, es porque unos grupos imponen su poder sobre otros.
Eduardo Galeano, en su libro "Las bocas del tiempo", "Ladrones de palabras", denuncia cómo el poder capital, sutilmente, se apropia de las palabras valiosas, enturbiando su significado, confundiendo al mundo, robando poder a palabras viejas o a palabras nuevas que surgen.
"Según el diccionario de nuestro tiempo, las buenas acciones ya no son los nobles gestos del corazón, sino las acciones que cotizan bien en la bolsa, y la bolsa es el escenario donde ocurren las crisis de valores" "...Sus planes de ayuda venden salvavidas de plomo a los países que ellos mismos ahogan y sus misiones de paz pacifican a los muertos..." Ladrones de palabras, Eduardo Galeano
La oposición al lenguaje no sexista es sistemática, estructural y cultural. El rechazo al uso del lenguaje inclusivo no es por corrección gramatical, es un asunto de Poder.
Las lenguas vivas evolucionan influyendo en la génesis y desarrollo del pensamiento colectivo. La persistente demonización del uso inclusivo del lenguaje tiene gran transcendencia y desde que existen políticas públicas de igualdad, se ha enfatizado la importancia de adoptar usos no sexistas del lenguaje.
"La lengua española no es machista, no es racista, ni homófoba. Es el uso que hacemos de ella lo que determina el carácter del discurso. Es una herramienta y, como tal, podemos utilizarla bien o no”. Guerrero Salazar
Desde la Convivencia positiva, desde la Coeducación hemos de defender el uso no sexista del lenguaje por su transcendencia en la vida de las personas; hemos de denunciar que el diccionario siga dando cobijo a acepciones y ejemplos sobre la mujer llenos de prejuicios y anacronismos, de vocablos que discriminan a las mujeres y que no acepte entradas como "buentrato" ( sí admite maltrato) ni otras de la teoría feminista como "techo de cristal" o "brecha de género", etc., aún siendo habitual su uso).
Es cierto que van desapareciendo del diccionario algunas acepciones machistas, así "débil" o "endeble" ya no lo une a “femenino”. La palabra "valor" y "firmeza" se han desvinculado de la definición de “hombre”; “gozar” ya no es “conocer carnalmente a una mujer”. En la definición de “huérfano/a” actualmente se iguala en cuanto a la pérdida del padre o la madre. “Socia” y ”alcaldesa” tienen ya valor propio, aunque en el caso de alcaldesa, sigue apareciendo "coloquialmente mujer del alcalde".
A pesar de estos pequeños avances, desde múltiples frentes, surgen continuamente argumentaciones contra el uso del lenguaje no sexista, ridiculizándolo, robándole el valor simbólico que conlleva, ofreciendo resistencias a su avance.
La arraigada costumbre del uso abusivo del masculino genérico, la ausencia de representación de las mujeres, convierten la vindicación del lenguaje inclusivo en una tarea de especial dificultad, al unirse a lo anterior las resistencias individuales. Es difícil cambiar automatismos y hábitos del lenguaje tan arraigados y hacerlo exige un esfuerzo personal, consciente, para evitar reiteraciones y también expresiones espontáneas, llamadas asociaciones implícitas (asociación de ideas estereotipadas que por uso han establecido conexiones neuronales, que las "automatizan").
El masculino genérico asegura la inexactitud del lenguaje y contribuye a mantener la duda sobre la inclusión o exclusión de las mujeres, las chicas, las niñas, en cada contexto. Históricamente las mujeres han estado excluidas del masculino genérico; en "Los derechos del Ciudadano" se consiguió el derecho de ciudadanía para los hombres sólo... Hay en la historia infinitos ejemplos significativos: derechos jurídicos, derecho a la educación, derecho al voto... que en cada momento aparecían en masculino genérico.
Si nos vamos a ejemplos cotidianos, sólo tenemos que imaginar a una niña de tres años, en su primer día de clase, cuando escucha "los niños se lavan las manos"; podemos imaginar su duda, ¿ella va en ese turno?. Se ha dado cuenta de que en ocasiones ha de sentirse incluida en "niños", pero que en otras está excluida en "niños". Claro que la repetida y normalizada situación, la hace estar pendiente de otras señales que le aseguren, o nieguen, si está incluida. Desarrollará la agudeza de la percepción, aprenderá a estar atenta a sutiles señales y gestos, pero también desarrollará inseguridad, subordinación y aprenderá que ha de esperar a ser autorizada. Terrible. Terrible, pues el lenguaje, junto a actitudes y estereotipos sexistas, le subrayará a lo largo de su vida códigos de género en el mismo sentido.
El lenguaje configura y determina nuestro pensamiento, influyendo en lo que pensamos, sentimos y hacemos, condicionando lo que vivimos.
"Cualquier violencia contra mujeres y niñas hay que castigarla"
Presenciamos el incómodo e injusto momento, en un acto oficial, en el que se le niega su espacio por ser mujer. Presenciamos cómo las personas allí presentes participaron pasivamente al no parar la situación, vimos cómo se sometieron a esa escena de exclusión y subordinación.
"Violencia de género es toda práctica social que implica la desvalorización de lo “femenino”, así como el ejercicio de la dominación de forma consciente o velada hacia las mujeres, a partir de estrategias como la desautorización, la invalidación de sus discursos, el silenciamiento de sus voces, el sometimiento de sus cuerpos y expresiones, el desprestigio de las tareas asignadas a las mujeres o la limitación y exclusión de sus usos del espacio y los tiempos. Carmen Gregorio Gil 2006 en "Violencia de Género y cotidianidad escolar"
El saber femenino ha sido desprestigiado, invisibilizado, infravalorado y excluido. La teoría feminista sigue aún, a pesar de más de tres siglos de existencia, ausente del "saber académico". Queremos destacar el "Breve Diccionario de Feminismo", una reciente publicación de Rosa Cobos y Beatriz Ranea 2020, donde han recopilado más de 80 entradas y términos de la genealogía feminista. Recién publicado por la editorial Catarata, ha sido elaborado de forma cooperativa, intergeneracional, con participación de figuras relevantes del feminismo en España y América Latina. La teoría feminista, desde sus orígenes, ha ido construyendo un marco interpretativo de la realidad, con gran capacidad explicativa para evidenciar la desventaja social de las mujeres, para ir ensanchado los límites civiles y políticos de las democracias, incidiendo en visibilizar aquellas cuestiones personales, políticas y existenciales antes negadas o reprimidas, introduciéndolas en el debate público.
Nombrar es el principio simbólico para empezar a Reconocer y hacerlo es una parte, importante, pero parte de un conjunto de códigos de género que desigualan el poder de las niñas y los niños, el poder de hombres y mujeres.
"Las gotas del lenguaje sexista, de los gestos discriminatorios, de las bromas procaces, de la falta de respeto, van haciendo crecer y fructificar el árbol del sexismo. Ese árbol maldito que regamos de mil formas, va dando frutos envenenados. Miguel Ángel Santos Guerra, 2019 “ Contra el sexismo”.
Desde la educación hemos de incorporar la Coeducación como fórmula de avance hacia la equidad personal, interpersonal y social, hemos de contribuir al reconocimiento de los derechos humanos, de la valía personal.
La educación para la convivencia positiva sólo es posible desde la coeducación, desarrollando la competencia de aprender a ser y aprender a convivir - o como se denominan en la nueva ley educativa: Competencia Personal y Competencia Social.
Para Coeducar hay que superar resistencias, fomentar el desarrollo moral de la ciudadanía, desarrollar el propio criterio ético de justicia y equidad, librarnos de las ideas y prejuicios sexistas que, desde el adiestramiento del patriarcado, nos impregnan.
Coeducar y tomar consciencia de cómo el lenguaje sexista, junto a valores y mitos estereotipado, influye en cada una y cada uno, influyendo en lo cotidiano y contribuyendo a perpetuar desigualdad por motivo de género.
Hoy hemos hablado del lenguaje no sexista. Hablaremos poco a poco de otros temas y su repercusión en nuestra cotidianidad escolar. Iremos tratando las muchas miradas a tener en cuenta para impregnarnos de lo que aporta la coeducación a la educación para la convivencia positiva.
Carolina Alonso Hernández
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