Carta abierta a Ana Pastor, de ‘El Objetivo’
El programa dedicado al acoso escolar, del domingo 18 de septiembre, tuvo grandes aciertos: describió lo que es el acoso y el ciberacoso, mostró las consecuencias para la víctima, instó a éstas a no callarse y a hablar… y lo hizo sin tremendismos, con gran realismo. Sin embargo, me quedó un cierto regusto amargo por la falta de alternativas: si yo fuera padre con hijos en los colegios e institutos, pensaría “¿dónde he llevado a mis hijos?, ¿qué puedo hacer?”. Por eso me animo a escribir esta carta abierta.
Quiero destacar que, para la mayoría de los alumnos/as, el centro escolar es el lugar más seguro de su entorno, en el que desarrollan amistades auténticas y duraderas. Así lo señalan múltiples estudios. Lo que no quita que, sin embargo, haya chicos y chicas que no encuentran este ambiente cálido, sufren violencia y lo pasan muy mal. La mayoría de los estudios apunta a un 4% de acoso, aunque sólo citaste el estudio de Save the Children (9,5%). Es igual, con un solo caso de acoso ya estaría justificada una intervención rápida y sostenida contra esa situación de abuso.
El acoso escolar se manifiesta en la escuela, pero es reflejo de la violencia que hay en esta sociedad en la que la competitividad, el dominio y el poder son los valores guía de muchas de nuestras actuaciones. Y el acoso muestra una característica importante en nuestra sociedad: el rechazo al diferente, el miedo al otro. Y es a ese planteamiento al que nos dirigimos desde la educación, para desarrollar conductas basadas en otros valores, como la dignidad, el respeto, la aceptación del otro, en definitiva, basadas en los derechos humanos.
El acoso nos pone sobre la mesa una pregunta fundamental: ¿qué papel ocupa la convivencia en el trabajo educativo del centro? ¿cómo trabajamos la educación en valores? Frente a planteamientos de centros que se limitan a la instrucción en las diversas materias y asignaturas, aprender a convivir y enseñar a relacionarse desde el respeto, la dignidad de todos y los derechos humanos tiene que ser una tarea de primer orden, al mismo nivel que la enseñanza de las materias.
La solución al acoso no va a venir por importar a los centros programas externos, por “consumir” determinadas actuaciones de expertos. Vendrá por situar la convivencia en un lugar central del aprendizaje, por desarrollar en todos los alumnos y alumnas las competencias socioemocionales y los valores morales que hacen posible la convivencia. Esto sirve de prevención, y se dirige a todos: a las víctimas que carecen de estas competencias y no saben defenderse, a los agresores que necesitan ser reeducados en otro planteamiento no violento y, sobre todo, a los espectadores, grupo clave para impedir el acoso y grandes ausentes en tu programa.
Desde la Asociación CONVIVES nos ofrecemos para colaborar en todo lo que suponga erradicación de la violencia y desarrollo de una convivencia positiva. Puedes contar con nuestra Asociación para lo que estimes oportuno.
Pedro Mª Uruñuela Nájera. - Asociación CONVIVES