QUEREMOS PARARLO. Cierre del ciclo de artículos breves sobre acoso escolar en apoyo al IES Ciudad de Jaén.
Àngels Grado Pérez
Miembro de Convives y directora de la revista
Durante un breve período de tiempo hemos recogido las reflexiones de compañeros y compañeras sobre el acoso escolar a raíz de la muerte de Arancha y en apoyo al IES Ciudad de Jaén, en apoyo a toda la comunidad educativa de este instituto.
Quienes han colaborado han aportado reflexiones y propuestas diversas que componen un amplio abanico: desde la violencia estructural al papel del alumnado o de los equipos directivos, desde el rol de las familias a dar voz a quienes han sufrido acoso para que quienes lo estén viviendo escuchen de primera mano sus vivencias, su lucha y la posibilidad de superarlo, la elaboración de planes específicos y planes integrales... No puede ser de otro modo dada la enorme complejidad del fenómeno del acoso entre iguales.
Sin embargo, a pesar de la diversidad de miradas y propuestas, existen múltiples coincidencias.
No podemos obviar la violencia estructural que se vive en algunos centros como consecuencia de la falta de recursos y/o de políticas educativas bienintencionadas, pero poco equitativas, que han ido transformándose, de modo que las buenas intenciones se han convertido en barreras. Ni el trabajo de los y las docentes que, en primera línea, ayudan a niños, niñas y adolescentes para que las cosas les vayan bien, aunque en ocasiones ésto no sea fácil y en algunas otras, excepcionalmente difícil. Tampoco el complejo papel de las direcciones que han de ejercer un liderazgo positivo en situaciones de grandes turbulencias. Pero ahí estamos.
Está implícito en diversas propuestas la necesidad de dar continuidad y coherencia a las medidas que se tomen para prevenir e intervenir frente al acoso integrándolas no solo en un plan antibullying, sino en el plan de convivencia y en el proyecto educativo de centro. Incluso más allá, las medidas integrales contra el acoso y para la convivencia positiva deberían estar contempladas en las políticas educativas y en la formación inicial del profesorado.
Del mismo modo, no hay duda de la necesidad de contar con el alumnado para hacer frente al acoso. Si bien el acoso es un fenómeno muy poco visible, por no decir invisible, a los ojos de las personas adultas, ya sean docentes o familia, el alumnado sí ve, el alumnado sí sabe, pero a menudo calla. Ayudar al alumnado que observa, y que con su no hacer nada se convierte en cómplice, a vencer los miedos, a que den voz al silencio, a que no miren hacia otro lado y a que sean capaces de ponerse en el lugar del otro, va a contribuir a su desarrollo socioemocional y moral y le va a capacitar para vivir y convivir en paz. Le va a otorgar, además, un papel protagonista en la cohesión del grupo, en la creación de comunidad de modo que nadie se sienta solo o excluido, previniendo así posibles situaciones de acoso. Pero en el caso que se dé, que puedan detectarlo y tengan la sensibilidad y la valentía de intervenir o de comunicarlo para iniciar la intervención. También la responsabilidad. Los valores no se enseñan, se aprenden y nuestro papel debería ser el de ofrecerles la posibilidad de actuar de manera responsable y, si es necesaria, acompañarles para que sean capaces de asumir responsabilidades.
Coincidimos plenamente en la responsabilidad compartida de toda la comunidad educativa en la prevención, la detección y en la intervención del acoso escolar. Implicarnos todos y todas en hacer frente al acoso no quiere decir que todas y todos debamos hacer de todo, de modo que se solapen acciones y que no se dé respuesta a alguna necesidad… sino que todo se haga entre todas y todos, cada cual desde “su posición”, como en el campo de fútbol. Es fundamental compartir que docentes, madres y padres, familiares, amigos y amigas… formamos parte del mismo equipo, un equipo que tiene una estrella, el alumno o alumna, a la que queremos ayudar a que haga buenas jugadas y marque muchos goles, eso sí, cada cual desde su posición para que no quede ningún espacio sin cubrir... Siguiendo con esta metáfora, si todos y todas formamos parte del mismo equipo, ¿“contra” quién jugamos? ¿Quién forma parte del equipo contrincante? El “otro” equipo, al que debemos “vencer”, no está formado por personas sino por las dificultades de las personas: la falta de comunicación, la frustración, la impotencia, la soberbia, las dificultades económicas, las barreras sociales…
Decía Javier al inicio de estas reflexiones sobre el acoso que sabemos cómo pararlo. Yo añadiría que queremos pararlo. Adelante pues, “es un monstruo grande y pisa fuerte”, pero no podemos desfallecer. Por Arancha, por el IES Ciudad de Jaén.