Convives COMPARTE. El día después ya es hoy


Paqui Olías es maestra. Licenciada en Ciencias de la Educación y en Antrpología Social y Cultural. Ha sido directora escolar, directora de Centro de Fornación del Profesorado en Sevilla y ha trabajado en la Consejería de Educación. 
Destacamos de ella su compromiso vital con la educación pública.
Justo antes de incorporarse al equipo coordinador de Convives, escribe y comparte esta reflexión.


Por más que se afirme, nos iremos dando cuenta paulatinamente, esta epidemia tendrá necesariamente muchos efectos colaterales y nos hará cuestionarnos muchas cosas a todos los niveles, sanitarios, sociales, familiares, económicos, educativos, culturales que tardaremos tiempo en digerir y en rutinizar. Muchos de nuestro ritos y rutinas cotidianas van a cambiar drásticamente y nos obligará a crear una nuevas-reconstruidas- en un proceso de adaptación a esta nueva realidad.

Y si esta, constatamos, que será nueva en todos los órdenes de la vida, también lo será, debe serlo, para las familias, para la escuela, para la educación, para el profesorado, porque nuestro ritual educativo, nuestra gramática escolar, nuestra institución, se ha tambaleado por un virus. Como decía Haruki Marukami “cuando salgamos de la tormenta ya no seremos las mismas personas que habíamos entrado en ella”.

Nada será igual tras esta pandemia que nos azota y nos asola, tampoco para nuestros niños y niñas que habrán vivido una, de las mayores experiencias de sus vidas. Viviéndola cada uno de ellos de manera muy especial, muy particular, tras sus primeros momentos de asombro (como a todos), de alegría, sin clase, sin profes, sin deberes, sin exámenes, como unas vacaciones en pleno trimestre…¡!que guay¡¡. Seguramente muchos harían planes entre sus amigos y amigas para quedar, verse, charlar. Pero pasados los primeros momentos de estupor, de incomprensión, de miedo, tocaba digerir la nueva realidad… no se podrá salir, no se podrá quedar con los amigos y amigas y …¿qué hago tanto tiempo aquí en casa?, ¿Cómo seguir las clases desde aquí? ¿Cómo me adapto a esta situación?

En un tiempo record, pasada la primera semana de estupor, de indecisión, la institución con su profesorado, las familias y nuestro alumnado han realizado un proceso de adaptación titánico. Por aquí y por allá han surgido experiencias muy valiosas, al amparo o resguardo de la pandemia y forzado por ella, que no se pueden ni deben olvidar, y del que deberíamos extraer lo mejor de ellas. No podemos ni debemos olvidarlas, debemos analizar las evidencias obtenidas en cada tutoría, los avances, los problemas, las desigualdades manifiestas, la brecha digital familiar y un largo etc. Nuestros claustros finales de este curso deberían contribuir a ello.

Y hacerlo además desde la singularidad de cada centro, con la comunidad educativa del aula, que sin duda tendrán mucho que decir de lo vivido; en la seguridad de que serán esas evidencias, las que nos permitan extraer las mejores conclusiones para paliar las debilidades y amenazas observadas, y extender las fortalezas, poniendo en marchas las oportunidades que nos ha ofrecido la pandemia.

Nuestro alumnado, cuando esta etapa de confinamiento termine y se pueda incorporar, tarde o temprano, a su vida habitual, a su nueva realidad escolar, a nuevas rutinas por incorporar; llevarán su mochila cargada de experiencias. Habrán experimentado nuevas formas de convivir con su familia, habrán descubierto maneras de relacionarse con sus hermanos y hermanas pequeñas o mayores, habrán aprendido a organizar el tiempo en la vivienda, ensayado o afianzado fórmulas de colaboración entre todos, de actividades físicas compartidas y seguro que hasta habrán descubierto y sacado del baúl, juegos ya olvidados o inventados nuevos. Y además habrán descubierto que hasta les gusta. Habrán podido hablar y mucho con sus progenitores y en algunos casos, habrán tenido hasta la fortuna de escuchar a sus abuelos y abuelas sobre sus años de escasez, de hambre de la postguerra, sus experiencias vitales. ¡¡Qué fortuna!!

La vuelta a esa “nueva normalidad” nos ofrecerá la oportunidad de abordarla, “conociendoen el sentido antropológico del término, esa experiencia que ha supuesto para nuestro alumnado esta situación vivida

Toda esa experiencia acumulada durante este breve, pero intenso tiempo confinados, será ya parte de su ADN, de su curriculum vital, una importante renta que acumularán, que les acompañará durante mucho tiempo, y del que pueden sacar mucho provecho; y en esta tarea de ayuda el profesorado tendremos un papel esencial.

 La escuela se convierte así en ese lugar imprescindible para hablar de ello, para ayudarles a “desahogarse”, a desahogarnos, hablando con la calma que requieren los “aprendizajes lentos”, los que dejan huella en nuestro comportamiento y en nuestros sentimientos, los que realmente nos marcan en las etapas de nuestras vidas.

Este episodio vivido y compartido socialmente da para mucho, para todo lo que queramos como profesores y profesoras. Naturalmente se puede “despachar” en unas charlas de tutorías (imprescindibles) o se puede convertir en algo más ambicioso, más global, más sistémico. Puede ser todo un Proyecto global o Centro de Interés o Proyecto Interdisciplinar, que tendrá sus ramificaciones en todas las llamadas materias a modo de mapa interdisciplinar. Estamos convencidos y convencidas de que su propuesta generaría en la clase un aluvión, un torbellino de ideas, como solo nuestro alumnado, son capaces, si se les deja hacerlo.

 La creatividad de cada clase producirá todas sus variantes a conocer y a explorar desde las consecuencias sanitarias, económicas, sociales, artísticas, psicológicas, medioambientales, físicas, instituciones implicadas en su respuesta, las dificultades encontradas, sus consecuencias, los organismos comprometidos, la información/desinformación en los medios de comunicación, las noticias falsas vertidas en las redes sociales…..

 Seguro que resultará muy enriquecedor dejarles proponer, en diferentes niveles y etapas educativas, su análisis desde diferentes ópticas científicas:  sociales, sanitarias, psicológicas, tecnológicas, medioambientales, artísticas … para observar como su mirada puede ser mucho más global y sistémica que la mirada curricular con “orejeras”, con exámenes, con materias divididas que muchas veces nos sentimos obligados, o nos gusta dar.

Un proyecto de esta naturaleza sacará lo mejor de cada cual y les proporcionará una capacidad de analizar esta experiencia histórica que les (nos) ha tocado vivir y nosotros como profesores y profesoras, habremos contribuido a guiarles en ella, haciéndoles, sin duda, mejores personas, acompañándolos en su comprensión, a convivir con el riesgo, a comprometerse en una mayor responsabilidad social.. a crear ciudadanía.

Y además puede contribuir a impulsar una forma de trabajar más integradora, innovadora y participativa utilizable y deseable en otros proyectos de trabajo.   

SALGAMOS DE LA TORMENTA SIENDO MEJORES. DÉMOSLE LA OPORTUNIDAD. NUESTRO ALUMNADO NOS SORPRENDERÁ COMO LO VIENE HACIENDO. 

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