Convives y la crisis del coronavirus (5). BRECHAS EDUCATIVAS. ¿VUELTA A LA NORMALIDAD? NO, GRACIAS


¿Vuelta a la normalidad?  No, gracias, si por normalidad se entiende tener como objetivo retornar a prácticas educativas anteriores, como si nada hubiera pasado, como si nada hubiéramos aprendido de esta situación extraordinaria que el covid19 ha provocado. La pandemia ha servido de catalizador que precipita aspectos de la escuela que necesitan revisarse. Hay que dibujar la Curva Educativa de la pandemia, aportaría mucha información y datos a analizar.

Es imperiosa la necesidad de incorporar análisis científico educativo, organizar  la información  obtenida, los datos que desde las tutorías se tienen y a partir de ellos  orientar la toma de nuevas decisiones por parte de  la Administración.

Constatar casuísticas personales; sistematizar la observación, recogida y análisis de los datos, es básico para tomar medidas estructurales que vayan dando respuesta a las diferentes situaciones  educativas individuales y colectivas, tanto en forma, como en fondo, si, como sabemos la educación es una clave.

La escuela necesita cambios y  ahora puede ser un buen momento para iniciarlos.

Es inadmisible no dar nuevas respuestas a los, bien localizados, focos de desprotección de menores por inexistencia de la prevalencia de su derecho a la educación.  Y la brecha digital, sólo, es una de las brechas que presenta el sistema educativo. Claro que  es una brecha que denota mucha pobreza y miseria, mucha desigualdad.  Se ha desvelado para la sociedad el alto número de chicas y chicos que se quedan fuera, que no disponen siquiera de  ordenador, de tablet o  de Red.

Hay otro dato en los hogares que nos apremia a tomar medidas urgentemente; la dificultad  que supone la incompetencia digital aún existente en el alumnado y en las familias que no disponen de los conocimientos imprescindibles, aún teniendo ordenadores, para utilizar con soltura las redes, las plataformas educativas, los entornos virtuales y las diversas propuestas digitales que precipitadamente se  les han  dicho imprescindibles para seguir sus procesos educativos.

Insuficiente competencia digital también afecta a parte del profesorado. Tras años de digitalización de los centros docentes, la realidad evidencia y evalúa al sistema, que claramente Necesita Mejorar. Hay que seguir invirtiendo en ello.

Hay otra cara que la pandemia  descubre,  y que, como lo anterior,  la escuela ya conocía, es la brecha social y económica.  El profesorado comprometido la sufría y lo ha seguido haciendo en el confinamiento, desde la impotencia que supone, el no poder hacer, ni solicitar la intervención de servicios específicos. 

Al profesorado, mayoritariamente, le importa mucho su alumnado y por eso desde bien intencionadas fórmulas, pone corazón, cabeza, alma y voluntad de ayuda para atender necesidades, deseoso de poder aliviar los problemas que detecta, desarrollando estrategias, muchas veces titánicas, siempre admirables, estudiando cómo suplir tantas carencias; ejemplos hemos conocido en este confinamiento desde llamadas personalizadas, llamadas telefónicas con teléfonos personales, mensajes de wasap, videos de youtoube .. etc...  todo ello para llegar a quienes no tenían otras posibilidades. Pero esas intervenciones loables, pero anecdóticas son dependientes de la voluntad personal de alguien, no pueden ser la solución.

Hay que denunciar que no es un problema educativo y que excede  al trabajo docente, si determina y condiciona el proceso educativo, pero precisa de recursos profesionales hasta ahora inexistentes o a todas luces insuficientes.

Las soluciones han de ser sistémicas y en el sistema educativo faltan estructuras diversificadas que palien la desigualdad.

Hablamos de educadores y educadoras sociales, habría que incrementar el nicho laboral educativo; son precisas personas cualificadas, reduciríamos el fracaso educativo y el paro, pues la sociedad ha formado a profesionales que actualmente no contrata. Los educadores y educadoras sociales, apenas tienen presencia en los centros, ni en los barrios de forma estable  y son profesionales imprescindibles para que el alumnado, desfavorecido socialmente, tenga oportunidades que ahora no le llegan.

Hablamos de cuidar la Educación contratando suficiente profesorado, profesorado mejor formado, con obligada formación continuada y  actualización permanente, profesorado que indague y se cuestione científicamente la propia eficacia.

Son necesarios también más orientadores y orientadoras con cualificación suficiente para permitir que su intervención sea posible, real y si hace falta, que la hace, de atención individualizada.

Hablamos de otra carencia grave, la necesidad de ciencia educativa que  oriente la práctica; la educación del siglo XXI precisa profundizar en propuestas alternativas desde la pedagogía, la sociología, la filosofía, la psicología... Es necesaria más investigación, actualizada, del hecho educativo, de las causas de la ineficacia y del fracaso escolar, de las claves de eficacia en el propio sistema  y en la praxis educativa. Se necesitan encuentros, congresos, convenciones desde donde proponer nuevos enfoques, resultados de investigaciones que aporten un análisis pragmático y científico de las necesidades de la sociedad del futuro, adecuar la educación,  anticipando escenarios diversos, rutas a seguir, datos que faciliten y justifiquen valientes decisiones normativas, reguladoras del Sistema Educativo.

Hablamos de la oportunidad de replantear qué y cómo enseñamos.
No volvamos a la normalidad anterior.
Propiciemos una nueva normalidad más humanizada, cuidadora  y más igualitaria.

CONVIVES. Asociación para la convivencia positiva en los centros educativos. 12 de mayo de 2020

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