Convives COMPARTE: Los pobres se han quedado sin escuela


Pablo María Fernández es delegado de APDHA Sevilla y profesor en una de las barriadas más vulnerables de la ciudad. En éste artículo nos describe el impacto que ha tenido en su alumnado la suspensión de las clases, y cómo las distintas disposiciones de la Junta de Andalucía no han hecho más que evidenciar la brecha digital que ya existía, y la ruptura de uno de los principios básicos de la Escuela: la equidad.

A mediados de marzo se aprobó el Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declaraba el estado de alarma. En el ámbito educativo se concretaba en la suspensión de actividades educativas de manera presencial al tiempo, decía el decreto, que se mantienen las actividades educativas a través de las modalidades a distancia y online, “siempre que resulte posible”.

Las Administraciones, que deben ser conscientes de que una parte significativa del alumnado, la más vulnerable y excluida, se ha quedado descolgada y fuera de la escuela online, ha considerado que “resulta posible” seguir y que el curso debe continuar. En este sentido, el pasado viernes, la Junta de Andalucía publicó la Instrucción de 23 de abril de 2020, de la Viceconsejería de Educación y Deporte, relativa a las medidas educativas en el tercer trimestre del curso 2019/2020. En ella, se afirma que la consejería “ha puesto a disposición de la comunidad educativa todos los medios a su alcance para poder mantener las citadas actividades educativas”. Podría interpretarse la afirmación como que todo el alumnado andaluz ya tiene a su alcance, además de lo necesario para la subsistencia, los medios técnicos para seguir en la escuela de forma telemática. Pues no. Parece que eso no estaba al alcance de la Consejería. La misma que afirma que el curso terminará con normalidad en la fecha prevista cuando aún nadie había oído hablar del coronavirus y cuando la escuela era presencial.

La normativa le pasa el marrón a los equipos directivos de los centros educativos: “establecerá mecanismos de coordinación para que los equipos docentes en colaboración con los departamentos de coordinación didáctica y los equipos de ciclo, en su caso, implementen las programaciones didácticas o guías docentes en el marco de las orientaciones establecidas por los equipos técnicos de coordinación pedagógica, con objeto de permitir el avance de todo el alumnado”. Sí, dice “de todo el alumnado”, incluido el que está desconectado de la escuela desde el 13 de marzo cuando terminó la escuela presencial. ¿Cómo lo hace el equipo docente para llegar al alumnado confinado y permitir el avance de todo el alumnado? Plantea una oferta sin ofrecer nada y echando de nuevo la pelota al mismo sitio: “Los centros docentes podrán poner los medios y las herramientas que determinen a disposición de este alumnado, a fin de que tengan acceso a los recursos o actividades que se difundan a distancia o por internet”.

La instrucción de la Viceconsejería de Educación habla en realidad de una educación segregada aunque lo llama “flexibilización de las programaciones didácticas o guías docentes”. Así, distingue dos tipos de actividades. Las primeras, de refuerzo y/o recuperación “se desarrollarán hasta finalizar el tercer trimestre e irán dirigidas especialmente al alumnado que hubiera presentado dificultades de aprendizaje durante los dos primeros trimestres del curso, o al que no pueda o tenga dificultades para desarrollar la actividad a distancia o por internet.”  Las segundas, de continuidad “implican el desarrollo de contenidos y competencias, en su caso, del presente curso, que estaba previsto llevar a cabo durante el tercer trimestre, conforme a la programación didáctica/guía docente. Estas actividades serán especialmente consideradas si el alumnado está siguiendo con regularidad la actividad docente no presencial, y en los niveles de finalización de las etapas, así como en las enseñanzas postobligatorias y de régimen especial”.

Dicho de otra manera: unas actividades de continuidad para quienes pueden permitirse seguir el curso online y otras de refuerzo y/o recuperaciónpara quienes tuvieron dificultades de aprendizaje en la escuela presencial  o tengan problemas para seguir la escuela online. ¿Cómo se hacen las actividades de refuerzo y/o recuperación con el alumnado que tiene problemas para seguir la escuela online? Nada dice al respecto la instrucción. Lo que está claro, a mi modo de ver, es que la brecha digital, que es la punta del iceberg de la brecha social y económica, contribuye con la bendición de la Consejería, a la brecha académica. 

En esta misma línea de segregación y siguiendo con las clases online, quienes puedan permitírselo deben saber que tendrá su premio: “en lo referente a las actividades evaluables desarrolladas durante el tercer trimestre, tendrán como objetivo la mejora de la calificación del alumnado… las tareas realizadas durante el confinamiento deben suponer un valor añadido”. No dice, aunque es obvio, para quienes dispongan de los medios. Para los demás, una papeleta de “no has tenido suerte, vuelve a intentarlo”.

La instrucción no olvida al alumnado con evaluación negativa que le imposibilite la promoción en la evaluación ordinaria. No debe preocuparse si suspendió el curso y quedó al margen con la pandemia, porque “podrá presentarse a las pruebas extraordinarias de recuperación que se realizan en el mes de septiembre.Si fuese necesario, dichas pruebas extraordinarias se llevarán a cabo con las debidas garantías que las autoridades sanitarias determinen para evitar el riesgo de contagio”.

Nada de esto tiene que ver con la escuela que, con todas las limitaciones, intenta poner en igualdad de condiciones a todas las personas, atendiendo a la diversidad. La escuela online, la escuela de quienes pueden permitírselo, me produce rabia e indignación porque es excluyente. La educación es un derecho reconocido en la Convención sobre los derechos del niño: que afirma que “los Estados Partes reconocen el derecho del niño a la educación y, a fin de que se pueda ejercer progresivamente y en condiciones de igualdad de oportunidades ese derecho…” (28.1) 

No podemos dar por válida, ni en tiempos de pandemia, una educación que segrega.

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